martes, 16 de noviembre de 2010

Paris, Texas.



Ha estado esperando en un cajón durante años, no sé cuántos, ni idéa, pero es cierto que la espera ha merecido la pena. Sólo confío en no volver a dejar pasar una eternidad antes de ver una película como esta, como confío en mis sueños que algún día, tal vez mañana, Travis regrese de nuevo, y esta vez sea para quedarse.
Son 150 minutos de auténtico cine, de arte en estado puro, de poesía hecha imágenes y diálogo. Y sentimientos y emociones.
No sé cuál es el espíritu de Texas, ni siquiera sé si lo tiene, pero de tenerlo, debe de ser sin duda éste que Win Wenders ha retratado majestuosamente.
Sólamente la banda sonora, de Ry Cooder, merece la pena aunque la película no contara absolutamente nada, pero lo cuenta, lo cuenta todo, tanto que en ocasiones es demasiado y hace visible el alma humana desgarrada y rota, entregada a un destino aún por ignorar.
Las interpretaciones de Harry Dean, Natassia Kinsky y de Hunter Carson no son tales; rezuman verdad por los cuatro costados, autenticidad, realidad. La más terrible y la más hermosa de las realidades, el gozo y el dolor de estar vivos.
Al fín y al cabo, esta también es Una Historia Verdadera.