viernes, 12 de octubre de 2018

EL ORIGINAL Y LA COPIA




La comisión parroquial de Bulbuente (Zaragoza) escogió en diciembre de 2017 la imagen de la Virgen de los Ángeles para ilustrar el calendario que repartió en Navidad, casa por casa, a los poco más de 250 vecinos de la localidad. “Después de proponer varias imágenes se impuso esta”, explica el sacerdote Francisco Sánchez Sánchez, que lleva al frente de la iglesia de Santa María desde hace un año. Por eso, y porque los vecinos llevan rezando delante de esta imagen gótica del siglo XIV más de 60 años, ha causado una gran sorpresa descubrir que en se trataba de una burda copia. “La gente se ha sentido defraudada y que se les han engañado hace años”, dice el cura.
Es decir, los vecinos de esta localidad han estado venerando y rezando durante décadas a una copia, según los "expertos", una burda copia. Los fieles han picado incluso con una burda copia... ¿Qué hubiera pasado si la copia no hubiera sido tan burda? ¿Serán atendidos sus ruegos y plegarias aún habiéndose dirigido a una copia de una imagen religiosa y no al original? Puede que un dios mínimamente comprensivo con el fraude haya aplicado una suerte de canje de, digamos, por cada dos horas de oración se acepta una como válida. Parece razonable. La devoción con que los feligreses rezaban ante su imagen y la veneraban, era genuina, auténtica, no era ninguna copia.
Esto me llevó a pensar que se puede sentir algo genuino y auténtico frente a algo que no lo es.
Una mera copia sin valor aparente puede provocar emociones y sentimientos auténticos. Resulta, cuando menos, paradójico.
A lo largo de toda mi vida he asistido a innumerables exposiciones, no se puede decir desde luego que sea un experto en arte, ni mucho menos, pero conozco los nombres, estilos, movimientos artísticos y demás elementos suficientes como para crear la ilusión ante un verdadero entendido de que sé algo. Al fin y al cabo se trata de eso, de una ilusión.
Recientemente fui con uno de estos entendidos a una exposición de Jheronimus van Aken, llamado familiarmente Joen y conocido como Jheronimus Bosch o Hieronymus Bosch, ​ para nosotros, el Bosco,

Cuando estás ante una obra original sientes una emoción muy especial, porque recreas en tu imaginación el proceso creativo del artista, le imaginas frente al lienzo eligiendo un tono u otro en su paleta de colores, en su taller, vestido de época, lógicamente.
Piensas en el momento y en el contexto histórico en que la obra fue realizada, incluso imaginas lo que le debió pasar por la cabeza al artista en cuestión, y es que la imaginación es muy poderosa. ¿Y si no estás frente a la obra original, sino que estás contemplando una copia? Pues exactamente igual. Porque igual que en el caso de los devotos fieles rezando frente a su imagen más venerada, cuando creemos que estamos frente al original nuestras emociones no se desvirtúan un ápice.
Otra cosa muy distinta es si alguien nos advierte del engaño, porque entonces ninguna de esas emociones y de esos sentimientos afloran. Porque se trata de una copia.
Me decía mi acompañante a la exposición que, siendo sinceros y rigurosos, casi nadie en el planeta sería capaz de distinguir entre un original o una copia cuando ésta ha sido bien realizada. Claro, tiene sentido. Y hacer una buena copia está al alcance de muchísimos artistas, al menos de muchísimos más, infinitos más, de lo que lo está el original, que sólo estuvo al alcance de uno. El único.

¿Qué es lo que nos emociona y hace aflorar en nosotros tantísimos sentimientos, la obra en sí misma u otra cosa? Debe ser esa "otra cosa", porque como decía, cuando estamos frente a una obra que sabemos que no es original, la emoción no aparece por ningún lado. Es más, si nos han engañado y sí que estamos ante el original, pero nosotros pensamos que es una copia, la emoción sigue sin aparecer. Curioso.

Para el 99,99% de los mortales, un original es indistinguible de una copia. El museo de El Prado o cualquier otra pinacoteca podría estar exhibiendo copias en vez de originales y no pasaría absolutamente nada. Las colas se seguirían formando frente a sus puertas, los autobuses seguirían desembarcando miles de turistas diariamente, las entradas se seguirían vendiendo al ritmo de siempre. Los visitantes se seguirían embelesando exactamente igual que lo hacían los que se embelesaban ante los originales al contemplar las obras expuestas mientras los lienzos auténticos podrían estar a buen recaudo en cámaras acorazadas en perfectas condiciones de conservación. ¿Pero qué sentido pudiera tener que una obra original quede completamente al margen de su sitio natural en una sala? Imaginad por un momento estas obras escondidas, perfectamente conservadas sí, pero ocultas al mundo. Creo que ésto no tendría ningún sentido, pero vemos que tampoco tiene mucho sentido que estén expuestas cuando una réplica perfecta cumple exactamente igual su función. Daría lo mismo pues, que el original estuviera en una cámara acorazada o sencillamente no estuviera en ningún lado, fuera destruida. El original ya cumplió su función, inspiró a otros miles de artistas, influyó sobre tantísimas otras personas, revolucionó incluso la historia del arte y emocionó a millones de personas que la han contemplado absortos, dejemos que ahora siga haciendo ese trabajo una buena copia; el original ya no es necesario, tanto da si se oculta para siempre en una cámara acorazada y aséptica como si se destruye para siempre, lo que tenía que hacer ya lo ha hecho, no puede aportar ya más. ¿Los originales valen entonces menos que las copias?
Fijaos en la última diablura de Banksy... La gamberrada es relevante: un original de Banksy, su famosa Niña con globo (2006) se autodestruye instantes después de adjudicarse en una subasta por por algo más de un millón de libras. Se trataba de un original que en su día había circulado en «edición limitada» como reproducción del graffiti callejero del mismo nombre creado en 2002 por el autor.
Según ha dado a conocer el propio Banksy en Instagram –vídeo que también se autodestruyó a los pocos segundos– hace años instaló una especie de cuchillas trituradoras en el marco sobre el que se exponía este original, que estaba en la sala de Sotheby’s durante la subasta. Tan pronto se adjudicó la obra el motor-triturador se activó (probablemente mediante un mecanismo a distancia activado por un teléfono móvil o algo similar, como se hace con las bombas y otros dispositivos) y dejó la obra semidestruida – triturada hasta más o menos la mitad. Todo bajo la perpleja mirada de la gente que estaba en la sala.
Banksy había instalado este mecanismo «por si alguna vez mi obra salía a subasta», dejando de este modo claro lo que piensa él del mercado del arte.

Nuevamente vemos que da absolutamente igual que el original se destruya, porque se ha reproducido infinitas veces y forma ya parte del imaginario colectivo, si es que algo así existe; forma ya parte de la historia del arte, aunque no exista o exista a medias, como es el caso. De hecho el nuevo poseedor de esta obra, seguramente un chino dueño de no sé cuántos equipos de fútbol europeos, da saltos de alegría al saber que ahora su compra vale el doble de lo que él pagó, justo antes de convertirse en un montón de tiras de papel.

Pero para gamberradas  artísticas, aquí sí que es recomendable recurrir al original. El auténtico y verdadero iconoclasta y saboteador incluso de su propia obra fue San Salvador Dalí, que vendía como originales lo que él llamaba "copias auténticas", para enrevesar aún más la cuestión.
Parece ser que en una ocasión Dalí compró en Nueva York un Rolls Royce -auténtico-, que pagó con un talón firmado, naturalmente sin fondos. A los pocos días le llamó el dueño del concesionario de coches advirtiéndole que extender y firmar talones sin fondos era un grave delito. A lo que Dalí respondió que no fuera cretino y que lo vendiera como obra de arte.
Por supuesto el comerciante obtuvo con la venta de esa "obra de arte" muchísimo más que el importe del talón, y es que Dalí si de algo se jactaba, era de convertir en oro todo lo que tocaba.
Y qué razón tenía...

viernes, 17 de agosto de 2018

UN AÑO DESPUES, NADA

 
 
 
Cartel de Javier Mariscal para el diario el País

                                   Un año después muy pocas cosas han cambiado, o muchas, sí, pero en lo relativo al tratamiento que se da a las noticias relacionadas con el terrorismo islamista o el tratamiento que se da al terrorismo islamista en sí, todo sigue igual. O peor.
 
De hecho, las manifestaciones públicas, los discursos, oficiales, las declaraciones de políticos y dirigentes siguen todas una misma línea absolutamente inquebrantable. Nadie se sale del guión.
 
A estas declaraciones se suman todo tipo de oenegés, fundaciones, asociaciones... Y no hay ninguna novedad... palabras, palabras, palabras, todas huecas, vacías, estériles, sin aristas. No hay que ofender ni molestar a nadie, no hay que herir ninguna sensibilidad, ni siquiera la de los asesinos.
 
Todo discurre según lo previsto... lugares comunes, frases más o menos grandilocuentes, tópicos revenidos, obviedades rancias, expresiones de manual de autoayuda manoseadas hasta el hartazgo. Ofrendas florales, velas, fotografías, dibujos de niños... Nada nuevo. Todo trufado de medias verdades cuando no directamente de mentiras.
 
Lo que de verdad me ha sorprendido han sido las declaraciones de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Y me han sorprendido porque ya no se molesta ni si quiera un poquito en intentar al menos disimular las mentiras y las falsedades, de intentar maquillarlas, de hacerlas un poquito menos visibles, como más digeribles.
 
Y nos dice Ada Colau que "Barcelona y Cataluña son ahora mucho más fuertes que hace un año". ¿Más fuertes en qué? ¿Más fuertes contra qué? Ella y todos sabemos que es justamente todo lo contrario, tan falso como aquel "Yo no tengo miedo" que recorría las calles de BCN durante los días siguientes a los atentados. Hoy BCN y Cataluña son infinitamente más débiles y más vulnerables que hace un año; si la sociedad civil catalana destaca por algo que NO es, precisamente es por su fortaleza. La sociedad catalana está fracturada, está rota, dividida, fragmentada y lo peor de todo, la sociedad catalana está ENFRENTADA. ¿Son éstos signos de una sociedad fuerte? Todo lo contrario, son síntomas y signos evidentes de una sociedad débil, pero Ada Colau no tiene empacho ni problema alguno es mirarnos a la cara y mentirnos. Ahí os traguéis este sapo. 
 
Y ningún periodista, nadie en la sala se atreve a coger el micrófono y preguntarle qué le hace pensar que hoy BCN y Cataluña son más fuertes que hace un año.  
 
Hablan nuestros representantes públicos, sean quienes sean, de combatir la falta de solidaridad, de luchar contra la falta de integración, incluso hay quien se atreve y nos exhorta a "combatir el fascismo", pero nadie se atreve a hablar de combatir el terrorismo islamista. Nadie se atreve a hablar de combatir el terrorismo de estos fanáticos. El terrorismo que hemos importado de fuera, con nuestra generosidad y nuestros brazos y corazones abiertos. Somos generosos y solidarios por imperativo legal incluso con aquellos que nos odian y quieren destruir nuestra sociedad, nuestro modelo de derechos, obligaciones y libertades, nuestra convivencia, nuestra cultura, nuestra historia. nuestra forma de vida.
Odian todo de nosotros, y se aprovechan hasta la nausea de todo lo que nuestro sistema integrador y buenista por ley nos obliga a darles. ¿Integración? La justa y necesaria para beneficiarse de todas las subvenciones y ayudas que nuestro sistema les ofrece, y cuando ya han ahorrado lo suficiente compran doscientas bombonas de butano y alquilan una furgoneta. Y a Las Ramblas, al grito de "¡Alá es grande!" 
 
Tenemos que combatir el dolor y la soledad de las víctimas, tenemos que combatir y vencer "al odio" -así, en genérico-, tenemos que combatir los mecanismos de nuestra sociedad que nos llevan a excluirles. He llegado a oir que tenemos que combatir los "microracismos del día a día que acaban calando en los migrantes". Pero nadie habla de combatir el terrorismo islamista y mucho menos a los terroristas islamistas. Sólo faltaba ver a Arnaldo Otegui en alguna tribuna hablando de paz y recitando un poema de Gloria Fuertes con un clavel en el ojal.
 
Se ha escuchado el "Alelluyah" de Leonard Cohen, por supuesto ha sonado también "Imagine" de John Lennon, hasta Jauma Sissa ha desplegado su arte. Se han leído poemas y repetido los consabidos versos de Bertolt Brecht, pero nadie se ha atrevido a hablar de los terroristas, ni del terrorismo.
 
Por cierto, hoy ya sabemos que el autor del atentado islamista de hace unos días contra el parlamento británico y que únicamente por fortuna se saldó sin muertos, es un sudanés que obtuvo su asilo en UK como refugiado.  ¡Wellcome Refugees!

Esta noticia no la vamos a encontrar en la mayoría de  los medios comunicación porque parece que hay un pacto tácito entre la mayoría de medios para silenciar este tipo de hechos y no alentar así una acogida menos sincera y generosa por nuestra parte. Por cierto, que ese pacto ya no es tácito en países como Suecia, donde por ley se impide a los medios de comunicación difundir nombres y nacionalidades a la hora de informar sobre la identidad de quienes cometen atentados, violaciones, desordenes públicos, estragos y en general, casi cualquier acto criminal.
 
Nada nuevo bajo el sol, sigue el buen tiempo y no hay motivo para la alarma; Ada Colau nos asegura que somos más fuertes que hace un año. Todos tranquilos. Y aún más chirriante... Colau nos dice que "contra el terror, amor" ¿Obedecen a una estrategia planificada esta sarta de idioteces?
 
En definitiva, NADA.

Actualización 20/08/18
Hoy nos hemos despertado con una noticia cuando menos inquietante, y es que sobre las 6 AM un argelino de 29 años ha entrado en una comisaría de Cornellá con un cuchillo de grandes dimensiones y hoja muy afilada, posiblemente cortante, y al grito de "Alá es grande" ha intentado atacar a los mossos. ¿Mantenemos el discurso de Gemma Nierga y de Ada Colau del "contra el terror, amor"?
En breve nos dirán que este hombre era un perturbado cuyas intenciones nada tenían que ver con el terrorismo, faltaría más. Al tiempo.


  

lunes, 5 de febrero de 2018

DE DIOSES Y MONSTRUOS

 



Hilas y las Ninfas
Hilas y las ninfas (1896) John William Waterhouse

          Ha vuelto a suceder; en esta ocasión la víctima ha sido nada menos que John William Waterhouse, probablemente el más prerrafaelita de los prerrafaelitas, con permiso de Millais.

Ha caído "Hilas y las ninfas", reza el obituario, hace apenas unos de días, el pasado 1 de Febrero. Todo sucedió en el Manchester Art Gallery, fue retirado de noche, imagino que pertrechados con petos de color marrón y linternas, unos hombres, seguramente también con visera, se lo llevaron escaleras abajo. Alguien debió echar finalmente la llave. El director del museo no fue muy creativo en sus explicaciones; adujo se trata de un cuadro que "cosifica" a las mujeres.
Ahora, esta obra maestra que según la corriente imperante, cosifica a las mujeres, descansa rodeada de esa misma paz que irradia, ajena a las miradas, a los curiosos, a los niños que van de excursión con el colegio al Manchester Arts Gallery, ajena a los comentarios petulantes, ajena también a las miradas ponzoñosas y perversas de aquellos que la han denunciado y condenado a la oscuridad. Y que nos condena también a los que no hemos podido ver la obra in situ.
Ha sido una defenestración preventiva. Nadie había pedido que se retirara el cuadro. Antes de que pudiera desplegarse el dedo acusador, mejor lo escondemos en las mazmorras. solucionado. ¿Se solucionarían así todos los problemas que aún no se han presentado?

Me pregunto cómo serán ahora las noches y los días de esas ninfas, de esas mujeres cosificadas  Malos tiempos para la lírica, malos tiempos para el arte. Caerán también óperas completas, libretos, esbozos, partituras, bosquejos, poemarios, comics, monólogos, series, cortos, grafitis, performances callejeras, marionetas, documentales... Una nueva patrulla incendiaria Fahrenheit 451 a escala global, como la vida misma, pone sus lanzallamas acusadores a punto, y apunta. Y eso basta para que el artista y su obra ardan via redes sociales y queden reducidos a cenizas en pocas horas. Jamás Ray Bradbury hubiera podido si quiera imaginar tamaño aquelarre. El cuadro en sí, qué duda cabe, es una obra maestra. Pero...

También cayó Celine arrastrado por el insoportable lastre de sus panfletos antisemitas. El era pacifista y sin embargo apoyó a los nazis. Pero regaló uno de los mayores legados literarios a la historia con su "Viaje al final de la noche", uno de los ochomiles del siglo XX. Influyó de forma evidente en autores posteriores como Bukowski, Borroughs, Sartre, Miller y otros, pero tales méritos no son suficientes para evitar que hoy día nadie se atreva no ya a rendirle un homenaje, sino a citarle si quiera. Un apestado por sus opiniones negacionistas y antisemitas, vomitivas todas ellas, qué duda cabe. Pero...

 
                                     
El cuarto (1952) Balthus
 
¿Y si te gusta Balthus, qué hacemos con sus obras? ¿También al almacén con ellas? Sí; Balthus idolatraba a las niñas, las veneraba como pequeñas diosas que encarnan en todo su ser, en su inocencia inmaculada y en sus actos la mayor de las purezas.
 
"Las niñas son las únicas criaturas que todavía pueden pasar por pequeños seres puros y sin edad. Las jóvenes adolescentes nunca me interesaron más allá de esta idea".

"Las niñas para mí son sencillamente ángeles y en tal sentido su inocente impudor propio de la infancia. Lo morboso se encuentra en otro lado".

Frases como éstas pesan sobre su obra como una losa de oprobio y repugnancia. Jamás hubo constancia alguna de que Balthus pasara de esa admiración quizá obsesiva a algo más. Pero...
 

Anny Hall (1977) W.Allen
Anny Hall (1977) W.Allen

Anny Hall. ¿Qué puedo deciros de esta película? Si le preguntáis a Marchante, Boyero o Pumares, da igual, todos te dirán lo mismo. Sin duda está entre las mejores 10 películas de toda la historia, para mi puede ser la más importante en mi vida, no sé si la mejor. Pero ahora a W.Allen sólo le llueven acusaciones, insultos, palos. Una de las escenas más memorables -¿O debería decir, alineándome con la corriente dominante "icónica"?- es la de el propio Allen -Alvy Singer- luchando a brazo partido contra una langosta viva y amenazantemente enorme en una olla repleta de agua hirviendo, mientras Annie -Diane Keaton- se desternilla.
 
El asunto es que Allen se enamoró de la hija adoptiva de su pareja Mia Farrow; Soon-Yi, y parece ser también que tuvo relaciones sexuales con ella cuando aún era menor de edad. ¿Convierte esto el arte monumental de Allen en "arte degenerado"? ¿Qué hacemos con toda la belleza, la inteligencia, la nostalgia, el humor vívido y chispeante y la deslumbrante luz de sus películas -y libros-? ¿Hacemos una pira gigante con todo ello -y él- y vemos simplemente cómo arde? Pues podría ser una solución, pero...

Hablar de Roman Polansky es subir abruptamente muchos escalones en términos de abyección y sordidez.
Se ha visto envuelto en asuntos verdaderamente turbios hasta la nausea, tanto como una violación... Polasky tenía 44 años, ya era famoso y conocido, entre otras cuestiones, por un pasado tormentoso y con muchísimos amigos de los más influyentes en Hollywood; Se llevó a una niña de 13 años llamada Samantha Gailey a una fiesta del star system hollywodiense y después le ofreció ir a la casa de un actor muy famoso del que la niña era una gran fan.

El director ya sabía que el actor -se trataba nada menos que de Jack Nicholson- no estaba ese día en la ciudad, pero le gustaban el ambiente y la luz de su casa para el reportaje, dijo. Así que ella aceptó rápidamente, un sueño hecho realidad.
 
Sharon Tate y Roman Polansky
Sharon Tate y Roman Polansky

Pasadas varias horas llegó a la casa la novia del actor, ella también actriz e hija de un gran director de cine -no descubro nada, era Angelica Houston-; quien encontró al famoso director y a la pequeña en el jacuzzi, rodeados de botellas vacías de champán, restos de drogas y envases vacíos de Quaaludes, un tranquilizante de moda por aquellos años.
El señor director pidió a la niña que no dijera nada, pero ella lo largó todo y dijo bien claro en aquel momento y, durante 30 años, que la habían violado.
 
Por no recordar la muy destructiva -para ella- relación -se casaron en 1968- que Polansky mantuvo a finales de los 60´ con la entonces promesa del celuloide Sharon Tate -El valle de las muñecas, El baile de los vampiros etc-, a quien maltrató y despreció lo indecible hasta abandonarla una vez supo que estaba esperando un hijo suyo; el director no quería ser padre.
Con el embarazo ya muy avanzado Tate asistió a una fiesta de la que no saldría con vida; La "familia" de Charles Manson la apuñaló brutalmente hasta la muerte. Sí, todo esto y mucho más es cierto, muy probablemente Polansky es un monstruo, un monstruo que ha creado obras maestras como China Town, La semilla del diablo o Lunas de hiel. ¿También lo quemamos todo? ¿Debemos aborrecer toda su obra o sólo las películas nefastas, que también las tiene?

Y, en fín, así podríamos seguir aeternum con una lista de personajes que en su vida profesional fueron auténticos genios creadores y sin embargo en la esfera privada fueron todo lo contrario... violentos, manipuladores,narcisistas y ególatras, maltratadores, asesinos, politoxicómanos, pederastas...

Porque podríamos seguir hablando de William Burroughs, Richard Wagner, V. S. Naipaul, John Galliano, Norman Mailer, Ezra Pound, Caravaggio, Floyd Mayweather,Max Ernst, Miles Davis, Phil Spector... y si empezamos a enumerar deportistas necesitaría unos gigas más de almacenamiento gratuito en este blog. 
 
¿Y qué decir de las mujeres? De inmediato, la lista se vuelve mucho más difícil e incierta: ¿Anne Sexton? ¿Joan Crawford? ¿Sylvia Plath? ¿Cuenta las que se hacían daño a sí mismas? ¿Las tendencias y prácticas autodestructivas o autolíticas son también comportamientos degenerados y perseguibles?

Todos ellos y ellas hicieron o dijeron algo horrible, o sencillamente eran seres horribles, y sin embargo fueron perfectamente capaces de crear algo maravilloso y eterno. ¿Lo horrible de su comportamiento infecta a lo maravilloso? ¿No podemos ver, oír, leer o en definitiva disfrutar de esa obra de arte sin dejar de tener presente al monstruo que lo creó? Abrumados por lo que sabemos de la vileza del artista genial, nos hacemos a un lado, llenos de repugnancia y renunciamos a la obra.

O quizá no. Quizá seguimos mirando y deleitándonos, intentando separar al monstruo de su obra. Sea como fuere, resulta perturbador comprobar la perfecta y puede que incomprensible coexistencia de ambos. Son dioses y son monstruos, y resulta difícil reaccionar ante tal disyuntiva.