miércoles, 30 de mayo de 2012

LOS DINAMITEROS

Hace apenas un par de meses me sorprendió, más aún en estos tiempos que corren, la aparición en el quiosco de una nueva publicación. Y aún más me soprendió su nombre... "El final". Y más sorpresas, con su número cero regalaban, como cualquier otra revista que regala un balón de playa, una crema "anti aging" o una brújula con lupa, una soga.
Entre sus artículos predominaba la nostalgia, la angustia vital y la mejor forma de enfrentarse al desencanto y el miedo, con profusión de detalles para aquellos que quieran preparar su despedida y cierre sin llegar a ser una carga demasiado onerosa para los que aquí se quedan, en tierra.
Esta mañana he vuelto a preguntar en el quiosco por esta revista, pero no han salido más números; el grueso de la redacción siguió a piés juntillas los consejos publicados, incluso, es posible, que alguno hiciera uso del presente que incluían en el primer y también último número, para poner fín a la pesadilla que supone despertar día sí día también con la prima de riesgo al cuello.

Es verdad, puede llegar a resultar una carga inasumible; la presión a la que estamos siendo sometidos para muchos puede ser fatal. No es broma; en Grecia la tasa de suicidios ha aumentado dramáticamente en los últimos años como consecuencia de las fuertes turbulencias de los mercados financieros y... de la codicia sin límites de muchos.
Antes de la crisis financiera en 2009, Grecia tenía una de las más bajas tasas de suicidio en el mundo, 2,8 por cada 100.000 habitantes. Hubo un aumento del 40 por ciento de los suicidios en el primer semestre de 2010, de acuerdo con el Ministerio de Salud del país heleno.
No existen estadísticas fiables sobre el 2011, pero los expertos dicen que la tasa de suicidio de Grecia probablemente ha duplicado a cerca de 5 por 100.000. Eso es todavía muy por debajo de los niveles de 34 por cada 100.000 visto en Finlandia o 9 de cada 100.000 en Alemania. Coño, qué malo debe ser vivir en un país con mal clima.

Y aquí viene la explicación del título de este post... En Japón, por ejemplo, si un responsable de cualquier tipo, político, social, empresarial etc cree que ha fracasado en su labor y que ha fallado "a los suyos", para librar a éstos de la inasumible carga del escándalo y del oprobio, lo más normal es que en un último acto de supuesta nobleza y generosidad, ponga fín a su vida, con una katana o con un colt del 45.
Aquí las cosas son bien distintas; nuestros dirigentes jamás van a reconocer culpas y menos aún asumir responsabilidades, y si acaban dimitiendo es porque ya han exprimido hasta el fín la teta que les ha alimentado generosamente. Eso sí, en un último acto de generosidad consigo mismos preparan concienzudamente su salida por la puerta de atrás, donde arranca un camino que les llevará a un retiro más que dorado.
Son colocados "por cuota" al frente de cajas de ahorro, organismos públicos, empresas públicas y provienen del entorno de los políticos que los nombran, o de los sindicatos de turno -paradigmático el caso del sindicalista-banquero Jose Ricardo Martinez, secretario general de UGT de Madrid y que se embolsaba al año 181.000 leuros por pertenecer al consejo de administración de Caja Madrid- o incluso de la misma patronal, que también regala sueldecitos Nescafé de por vida entre sus allegados.

Pues bien, esta pléyade de amiguísimos lo hemos consentido entre todos, y lo sufragamos entre todos, claro está. Son auténticos dinamiteros que van dejando trás de sí un reguero de empresas en concurso de acreedores, organismos públicos en números negros, entidades de crédito y cajas de ahorro quebradas, proyectos hundidos... Pero durante su paso por los lujosos despachos que han esquilmado se han encargado a conciencia de no dejar ningún cabo suelto y permitir el salto en paracaidas justo antes de que la situación estalle, para finalmente tomar tierra en otra entidad que convertir en fosfatina o, directamente, en las islas Maldivas. Y todo esto con el dinero público, ese mismo dinero que Magdalena Alvarez decía que no era de nadie. Con el dinero de todos.

Son los barrenadores mejor pagados de la historia, más que nada porque se ponen ellos el sueldo, como hacen los alcaldes, presidentes de diputaciones, autonomías, parlamentarios y senadores, cuyo desempeño y resultados de su "trabajo" continúa siendo un misterio para todos. Por no hablar de los europarlamentarios, auténticos zombies políticos que son enviados a Bruselas para que puedan seguir cobrando allí unos sueldos villalóngicos sin que se note demasiado. Ale, a Bruselas, a poner el cazo en Europa, que allí ya no vas a dar más la lata.
Voladuras y demoliciones, esto es excatamente lo que hacen. Dinamiteros, barrenadores, trituradores profesionales, matarifes, extrusionadores, laminadores, no dejan nada trás su paso, como las acciones de Bankia, que ya no valen ni la ceniza del purazo que se están fumando ahora mismo los muy dignos miembros del consejo de administración que la han llevado a esta situación.

Lo peor de todo es que con desatres como el actual cala en el más silvestre de los ciudadanos una sensación de desánimo que acaba llevando a la amargura, junto con la rabia y la impotencia de saber que todos estos dinamiteros van a quedar impunes y jamás tendrán que dar cuenta de sus negligencias -en el mejor de los casos-, decisiones arbitrarias, desfalcos y malversaciones varias ante la justicia. En cualquier otro país estarían en poco tiempo entre rejas, pero no aquí, porque es muy progre y muy moderno condenar el delito y compadecer al delincuente.

Lo sé, lo noto, lo siento, se ha apoderado de nosotros el espíritu del drama heleno, la desesperación y la tristeza, pero no es una tristeza atlántica y melancólica, no es un rapto de nostalgia. Es un llanto desgarrador de estupor y de asco, de ver que todo es exactamente la misma mierda, porque seguimos siendo los mismos y nuestros políticos siguen siendo un fiel reflejo de su pueblo, por mucho que ahora el pueblín de Villa Arriba tenga una universidad más grande que Villa Abajo y en su oferta de cursos de verano impartan masters en gestión de empresas ecosostenibles. Por más que el AVE llegue a ciudades y pueblos que ni lo han pedido ni lo necesitan, por más que haya aeropuertos de primera -eso sí, sin aviones- en ciudades de segunda, por más que en cualquier pueblo se vanaglorien de tener una casa de la cultura diseñada por Norman Foster y un polideportivo municipal con piscina climatizada, spa y campo de golf para mayores.

Menos mal que nos queda el cielo estrellado y el cine,para poder soñar que nosotros no tenemos nada que ver con todo esto...

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